Braida recordó que el centro de la Navidad es Jesucristo, Dios hecho hombre, un acontecimiento que marcó la historia y que invita a abrir el corazón a su mensaje. Señaló que este año adquiere un significado especial al celebrarse en el marco del jubileo por los 2025 años del nacimiento de Jesús, lo que representa una oportunidad para renovar la fe y descubrir qué mensaje tiene Dios para la sociedad actual, atravesada por tiempos complejos. El obispo destacó la importancia del encuentro familiar, recordando que Jesús nació en el seno de una familia, en un contexto de humildad y precariedad. En ese sentido, llamó a priorizar el diálogo, la escucha y el compartir por sobre el consumo y los excesos, y sostuvo que los regalos y la celebración material deben ocupar un segundo plano frente al valor del encuentro. Braida remarcó además que una Navidad vivida plenamente implica solidaridad y apertura hacia quienes atraviesan situaciones difíciles, ya sea por problemas económicos, de salud o de otra índole. “Dios nos invita a ser solidarios y caritativos con los que menos tienen”, expresó, al tiempo que convocó a un mayor compromiso personal y comunitario. Al referirse al Tinkunaco, el obispo subrayó su significado como celebración de paz y encuentro, evocando sus orígenes históricos y la mediación de San Francisco Solano entre españoles y pueblos originarios. Señaló que, en la actualidad, el desafío es construir el Tinkunaco cada día, abriéndose al diálogo con quienes piensan diferente y buscando acuerdos que permitan construir una sociedad más justa y fraterna. Finalmente, Braida destacó el trabajo conjunto de los distintos organismos y grupos que participan en la organización de la celebración, con el objetivo de que sea una expresión de fe vivida con alegría y seguridad. En su mensaje final, recordó el valor del encuentro familiar vivido desde la infancia y pidió a madres y padres que prioricen el tiempo compartido con sus hijos, como base para una Navidad con sentido profundo.