“Es un día muy significativo para la comunidad cristiana, porque celebramos el martirio de un obispo que trabajó intensamente junto a su gente, animando a transformar la vida personal, la Iglesia y la sociedad a partir del Evangelio”, expresó Braida. Y agregó que el mensaje de Angelelli sigue vigente, sobre todo en una época donde persisten las desigualdades: “Buscó una mayor justicia y la integración de todos los que habitan esta tierra, promoviendo el desarrollo integral de cada persona”. El obispo también habló sobre las resistencias que despertó Angelelli en vida y que aún se perciben al hablar de su figura. “Cuando alguien busca vivir el Evangelio hasta las últimas consecuencias, incomoda. La resistencia muchas veces no solo está afuera, sino también dentro de nosotros, cuando nos cuesta asumir un cambio”, señaló. Respecto al título de “beato”, Braida explicó que significa “feliz”: “La Iglesia reconoce que esa persona ya goza de la presencia de Dios por cómo vivió y murió. Si se comprobara un milagro atribuido a su intercesión, podría ser declarado santo”. Durante toda la jornada, la Catedral de La Rioja –donde descansan los restos del beato– permaneció abierta para recibir a fieles y visitantes. Por la tarde, hubo una marcha en su homenaje y una misa concelebrada con sacerdotes de toda la diócesis. Finalmente, monseñor Braida invitó a la comunidad a prepararse para el aniversario número 50 del martirio de Angelelli, que se cumplirá en 2026: “La mejor manera de llegar a esa fecha es conociéndolo más: su vida, su historia, su entrega. Que su testimonio nos inspire cada día”.