Afuera satanás. Hay un fuerte malestar en la Iglesia por el "destrato" de Javier Milei.
Los obispos sienten que el diálogo está roto y, ante la falta de respuestas, decidieron enfriar el vínculo al máximo. Se terminó la cercanía: ahora la comunicación será estrictamente formal y a través de una carta, marcando una distancia que no se veía hace tiempo.
La jerarquía eclesiástica no oculta su fastidio por la "falta de sensibilidad social" que perciben en las políticas oficiales. Los obispos optan por este documento para dejar sentada su posición, cansados de los desplantes de la Casa Rosada y de un Gobierno que parece ignorar sus advertencias sobre la situación de los más vulnerables.
Este escenario de tensión pone fin a cualquier intento de relación fluida. La iglesia decidió "tomar distancia" y refugiarse en un silencio crítico, dejando claro que el vínculo institucional está en su momento más gélido. Sin fotos ni reuniones amigables, el mensaje de los obispos es contundente.
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