Mientras el pueblo riojano ajusta el cinturón hasta el último agujero, Martín Menem juega a la política chica con la plata grande de la provincia. En una maniobra tan burda como cruel, mandó a su primo “Lule” Menem al Senado con una sola misión: garantizar que los senadores alineados con el gobierno nacional voten en contra de que Nación devuelva los fondos que Milei le arrancó a La Rioja. No se trata de una discusión técnica ni de números fríos. Se trata de venganza política. El verdadero objetivo no es otro que castigar al gobernador Ricardo Quintela, desgastarlo, debilitarlo, y así despejar el camino para que en 2027 el poder vuelva a quedar en manos del clan familiar, con Omar Menem como candidato bendecido. Pero en esta interna mezquina, los que pagan el precio no son los dirigentes: es el pueblo. Porque esos fondos no eran para un despacho ni para una campaña, eran para viviendas, escuelas, rutas, infraestructura, trabajo, salarios, la reactivación del golpeado comercio, etc. Eran para que La Rioja respire en medio de una crisis brutal. Los Menem eligieron el rencor antes que la gente. Eligieron el cálculo electoral antes que los riojanos que hoy no pueden pagar la luz, el gas, la nafta, los alimentos o los remedios. Eligieron el odio antes que la justicia social. Que quede claro: no es una pelea contra un gobernador. Es una decisión política contra toda una provincia. Y la historia, como siempre, no perdona a los que le dan la espalda a su pueblo.